Uno de los aspectos más importantes en cualquier experiencia artística es el grado en el que el niño se siente envuelto en ella, y su entusiasmo depende en gran medida de su motivación.
En
algunos casos la motivación exterior no es necesaria, pues en muchos niños hay
un impulso natural hacia la expresión, pero otras veces recae sobre el maestro
la responsabilidad de estimular los intereses del niño promoviendo la
motivación, de ahí la importancia de su misión,
y debe hacerlo de tal forma que el niño crea que esa experiencia ha sido
proyectada especialmente para él.
Está claro que no se puede motivar a los alumnos dando unas normas generales que funcionen para todos, el maestro debe adecuar su estrategia metodológica para adecuarla al grupo en cada caso, a veces puede dar mejor resultado dividir a los niños en grupos con los mismos intereses o trabajar en pequeños proyectos; en otras ocasiones sería conveniente que los niños trabajaran sobre algún tema jugando con diferentes materiales, todo depende de las necesidades individuales del niño.
Un
recurso pedagógico importante consiste en “ampliar
el marco de referencias”, partiendo del punto donde se halla el niño
podemos ampliar su pensamiento, sus sentimientos y sus percepciones con un
diálogo motivador, por ejemplo, un niño de cuatro o cinco años ha dibujado a su
madre y nos enseña su dibujo con orgullo, es posible extender el campo de su
pensamiento dentro del entorno en el que se encuentra su madre, si le
preguntamos acerca de lo que ha dibujado ¿Dónde está tu mamá? ¿Cómo va vestida?
¿Qué está haciendo?; tales preguntas están destinadas a incrementar la
experiencia que el niño tiene sobre el tema. También siempre que el tema lo
requiera, debemos estimular el pensamiento divergente del niño, que es aquel
que posibilita múltiples soluciones válidas a un mismo problema, esta
motivación debe hacerse ayudando a los niños observar la propuesta de trabajo
desde distintos puntos de vista, lo que favorece respuestas más imaginativas
que desarrollan la creatividad.
No
sólo es imprescindible que el maestro se identifique con las necesidades
generales de los niños, sino que además debe ser capaz de descubrir las
necesidades específicas de un alumno en particular; puede descubrir que un niño
es tímido y no se atreve a usar ciertos materiales o notar que le falta
libertad en sus movimientos, por lo que puede sentirse inhibido en su actividad
motriz. Sin el conocimiento de las necesidades individuales del niño, el
maestro no podrá realmente llegar al alumno para promover su motivación.
El
papel del maestro resulta ser una las piezas claves para una buena educación
artística, y aunque el componente básico del arte infantil sea el propio niño,
no cabe la menor duda, que sobre el maestro recae la importante tarea de crear
una atmósfera que sea proclive a la inventiva, la exploración y la producción,
siendo necesario que el maestro conozca y comprenda las diferentes etapas de
expresión y desarrollo en las que el niño se encuentra, ya que cada etapa
requiere una relación diferente y necesita una respuesta adaptada a ella, de
ahí la importancia de que el maestro identifique las necesidades de sus alumnos
y adopte una actitud flexible y abierta que permita incorporar, por un lado,
las sugerencias que estos realicen, y por otro, los cambios que imponga la
propia dinámica del grupo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Cuéntame!