02 diciembre 2014

CUENTO La princesa vestida con una bolsa de papel

Título original The Paper Bag Princess, de Robert Munseh.

 Se trata de un cuento para la educación en valores. Su argumento, alejado de los estereotipos de género tradicionales, nos transmite que los cuentos de príncipes y princesas no tienen porqué estar protagonizados por una mujer débil, pasiva y dependiente y un hombre fuerte, héroe y salvador. Y que no hay porqué emplear siempre la violencia para enfrentarnos a los malos, siendo suficiente con emplear la astucia y la inteligencia. Además, su inesperado final nos lleva a trabajar distintas emociones y valores subyacentes. 

La princesa vestida con una bolsa de papel


Había una vez una princesa muy hermosa llamada Isabel. Vivía en un castillo y tenía mucha ropa de princesa, muy cara y lujosa. Iba a casarse con un príncipe llamado Ronaldo.
Pero desafortunadamente un dragón destruyó su castillo, quemó toda su ropa con sus bocanadas de fuego y se llevó al príncipe.
Isabel decidió enfrentar al dragón y recuperar a Ronaldo. Buscó por todos lados alguna prenda para poder vestirse pero lo único que encontró que no estaba hecho cenizas fue una bolsa de papel. Isabel se visitó con esa bolsa como si fuese un vestido y siguió al dragón. Era fácil seguirlo porque dejaba tras de sí un camino de bosques quemados y huesos de caballos.

Finalmente, Isabel llegó a una cueva que tenía una puerta muy grande y sobre la puerta había un llamador enorme con forma de mano. Tomó el llamador y golpeó la puerta. El dragón la abrió, asomó su nariz y le dijo: “¡Mmm, una princesa! Me encanta comer princesas pero hoy me comí un castillo entero. Soy un dragón muy ocupado. Vuelve mañana”. El dragón cerró tan rápido la puerta que casi le aplasta la nariz a Isabel.

Isabel volvió golpear la puerta otra vez. El dragón asomó la nariz y dijo: “¡Vete! Me encanta comer princesas pero hoy me comí un castillo entero. Soy un dragón muy ocupado. Vuelve mañana”.

“¡Espera un momento!” gritó Isabel. “¿Es cierto que eres el dragón más feroz e inteligente de todo el mundo?”

“Sí” dijo el dragón.

“¿Es cierto- dijo Isabel- que puedes quemar diez bosques con tu aliento de fuego?”

“¡Por supuesto!”, dijo el dragón y tomó aire profundamente y exhaló tanto fuego que quemó 50 bosques.

“Increíble” dijo Isabel, y el dragón volvió a tomar aire muy profundo y exhaló tanto pero tanto fuego que esta vez quemó 100 bosques. 

“Impresionante” dijo Isabel y el dragón tomó mucho aire pero esta vez no salió nada de fuego. Al dragón ya no le quedaba fuego ni para cocinar una hamburguesa.

Entonces, Isabel le dijo: “Dragón, ¿es cierto que puedes volar alrededor del mundo en 10 segundos?” 

“¡Claro que sí!” dijo el dragón, pegó un salto y voló alrededor del mundo en sólo 10 segundos. Cuando volvió estaba muy cansado pero Isabel gritó: “¡Fantástico! ¡Hazlo otra vez!”. El dragón salió volando y esta vez volvió en 20 segundos.


Cuando regresó estaba tan cansado que no podía hablar, entonces se acostó y se durmió.

Isabel le susurró muy despacito: “¡Ey, dragón!”. El dragón no se movió ni un poquito. Se acercó otro poco y puso su cabeza adentro de la oreja del dragón y gritó tan fuerte como pudo: “¡Dragón!” El dragón estaba tan cansado que ni siquiera se movió.
Isabel corrió hacia la cueva, abrió la puerta y allí estaba Ronaldo. El la miró y le dijo: “Isabel, estás hecha un desastre! Hueles a cenizas, estás toda despeinada y estás usando una bolsa de papel mugrienta. Regresa cuando estés vestida y arreglada como una verdadera princesa”.


“Ronaldo” - le dijo Isabel, “tu ropa es muy bonita y tu pelo está muy pulcro. Luces como  un verdadero príncipe pero eres un pobre hombre”. Después de todo lo sucedido, Isabel y Ronaldo nunca se casaron.







¿Quieres trabajar el cuento en su versión original?




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