El desarrollo del lenguaje es uno de los objetivos más
importantes de la educación. Desde un enfoque comunicativo de la enseñanza y el
aprendizaje de la educación, y siguiendo las directrices marcadas en el currículo
tanto de educación infantil como primaria, los maestros/as deben de programar y
desarrollar estrategias y actividades de lenguaje oral desde un enfoque
plurimetodológico, que favorezca la interiorización de los códigos propios de
la lengua.
La lectura no
es inherente al cerebro humano, sino que debe ser aprendida y automatizada.
Requiere de un proceso gradual de aprendizaje. La lectura propiamente dicha se
inicia en la fase llamada “alfabética” o “fonológica”.
Existen numerosos autores que han estudiado las fases de adquisición de la lectura. Ferreiro
y Teberosky (1979) y Goodman (1990) realizaron investigaciones
sobre la psicogénesis de los sistemas de interpretación que los niños/as
construyen para entender la representación alfabética del lenguaje. Según la
teoría de Uta Frith (1985) los niños siguen su propio proceso de adquisición de
la lectura y la escritura independientemente de las creencias y expectativas
del adulto educador. Frith diferencia tres etapas:
- FASE LOGOGRÁFICA: Esta fase comienza cuando el niño empieza a mostrar interés por el universo escrito, se caracteriza por el reconocimiento global de algunas configuraciones gráficas. Durante este periodo se aprende a reconocer algunas palabras escritas como son el propio nombre, los logotipos de algunos productos utilizados, títulos de cuentos muy familiares para él, etc. Es cuando el niño lee la palabra de forma global sin dividirla en sus componentes y utiliza el contexto para determinar el significado de la palabra. Durante esta etapa, el niño/a es capaz de leer etiquetas de productos que conoce en sus respectivos contextos como: “Cocacola”, “leche”, “Chocochitas”, etc. Sin embargo, en esta fase, el niño/a no es capaz de leer palabras que no sean familiares para él si no se encuentran en el contexto apropiado que le permite inferir su significado. El niño en esta etapa no puede descifrar palabras que no le son conocidas, pero reconoce aquellas cuyo significado le es conocido. Además recurre con frecuencia al establecimiento de hipótesis a partir de los dibujos, el contexto en el que ha sido creado el texto, etc. Es frecuente, en esta fase, que el niño/a imite el acto de leer, pase las hojas, “relea” un texto ya memorizado, pase el dedo por las palabras al mismo tiempo que hace como que lee, etc.
- FASE ALFABÉTICA: La característica fundamental de esta fase es la adquisición de la concepción fonológica que hará posible la decodificación de los signos escritos. En esta etapa es fácil que los niños/as confundan palabras como sapo y sopa, y que confundan las formas parecidas de las letras como la d y la p. Con el desarrollo de la conciencia fonológica, se reorienta la atención y empiezan a resultar llamativas distinciones que no lo eran en la etapa anterior. El niño comienza a entender que el lenguaje se puede segmentar en partes más pequeñas que la oración y la palabra, es decir, en sílabas y en letras que tienen un sonido propio. Este proceso de conciencia de la naturaleza de nuestro lenguaje se llama “metalingüismo”, el cual se considera un gran paso en el desarrollo de la lecto-escritura. “Una vez que el niño/a descubre que el lenguaje se puede dividir en diferentes partes, abandonan poco a poco la estrategia de leer palabras globalmente y comienzan a analizar las palabras silábicamente” (Gillanders, 2001, p. 38) Un momento especialmente atractivo para el niño ocurre cuando descubre el mecanismo para descifrar los textos y ve que puede leer oralmente los escritos que encuentra.
La etapa alfabética representa la adquisición de un grado muy elevado de
autonomía por parte del niño, puesto que ya no dependerá del adulto para
realizar la descodificación de los textos.
- FASE ORTOGRÁFICA: Este nivel corresponde a la “fonetización” de lo escrito, en la cual el niño/a logra comprender que cada letra tiene un sonido aislado. Durante este tercer nivel, los niños/as construyen tres hipótesis en el proceso de la lectura: la silábica, la silábica alfabética y la alfabética, siendo la escritura del nombre propio lo más importante para el niño/a. No basta sólo con saber leer sino que en esta etapa el niño/a aprende a guiarse por los contextos sintácticos y semánticos y por las características de las palabras, dejando las relaciones individuales letra-sonido. La estrategia ortográfica capacita al lector para reconocer instantáneamente los morfemas. Ahora lo que importa es la identidad y el orden de las letras, agrupadas en unidades de sentido. La búsqueda de significado es el motor que empuja al lector.
En conclusión podemos decir que las teorías del desarrollo
que proponen la existencia de estadios sostienen que para que los niños lleguen
a adquirir la habilidad lectora han de seguir una secuencia evolutiva en el
curso de la cual atraviesan varias fases, y que cada una de estas fases servirá
de base para la consecución de la siguiente.
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