El origen del conocimiento
lógico-matemático está en la actuación del niño con los objetos y, más
concretamente, en las relaciones que a partir de esta actividad establece con
ellos. Por esto, la aproximación a los contenidos matemáticos debe basarse en
un enfoque que conceda prioridad a la actividad práctica; al descubrimiento de
las propiedades y las relaciones que establece
entre los objetos a través de su experimentación activa.
Según Piaget, la facultad de
pensar lógicamente ni es congénita ni está preformada en el psiquismo humano.
El pensamiento lógico es la coronación del desarrollo psíquico y constituye el
término de una construcción activa y de un compromiso con el exterior, los
cuales ocupan toda la infancia. La construcción psíquica que desemboca en las
operaciones lógicas depende primero de las acciones sensomotoras, después de
las representaciones simbólicas y finalmente de las funciones lógicas del
pensamiento. El desarrollo intelectual es una cadena de acciones sin
interrupciones, simultáneamente de carácter íntimo y coordinador, y el
pensamiento lógico es un instrumento esencial de la adaptación psíquica al
mundo exterior.
La multitud de experiencias que
el niño realiza –consciente de su percepción sensorial– consigo mismo, en
relación con los demás y con los objetos del mundo circundante, transfieren a
su mente unos hechos sobre los que elabora una serie de ideas que le sirven
para relacionarse con el exterior. La interpretación del conocimiento
matemático se va consiguiendo a través de experiencias en las que el acto
intelectual se construye mediante una dinámica de relaciones, sobre la cantidad
y la posición de los objetos en el espacio y en el tiempo. El pensamiento lógico infantil se desarrolla, principalmente, a través de
los sentidos.
Toda acción lógica y matemática
que opere significativamente en la etapa de Educación Infantil debe:
- Basar la educación en la experiencia, el descubrimiento y la construcción de los conceptos, procedimientos y estrategias; más que en la instrucción. Basar la educación en estrategias de falsación o contraejemplos. Extender y transferir los conocimientos generando articuladas redes de aplicación.
- Atender a la manipulación de materiales con actividades que optimicen el entendimiento, que provoquen, desafíen, motiven porque actualizan las necesidades del alumno. Simplicidad, claridad y precisión en el lenguaje utilizado en la presentación de las actividades o enunciación de los conceptos. Potenciar la autoestima, la confianza, la seguridad…
- Habituar al alumno a explicar y fundamentar mediante argumentos lógicos sus conclusiones, evitando eso de «porque sí». Familiarizarlos con las reglas de la lógica para permitir el desarrollo y la mejora del pensamiento. Esta familiarización no debe ser penosa y ardua para el alumno, sino todo lo contrario: una forma de jugar a crear relaciones, contrastando las respuestas antes de optar por una de ellas.
De todo lo escrito hasta ahora se
deduce fácilmente por implicación directa, al menos un objetivo fundamental
para la enseñanza de la matemática: escuchar al niño; convirtiendo sus
necesidades en sus propios intereses, dando seguridad y desarrollando
capacidades mediante precisos desafíos, ejemplos y contraejemplos como
alternativa de participación en la diversidad de las respuestas, teniendo presente,
y en todo momento, su espontaneidad, «que habrá que conducir o recoger adaptándola,
como medio, a la actividad que estemos desplegando. Tal conducción o
recogimiento obligará al profesor a extender la actividad, a resumirla o a
crear otras intermedias. En definitiva, a tener en cuenta que los imprevistos
de las respuestas del aula no son obstáculos, sino caminos abiertos a los que
hay que dar forma en función del objetivo» (Fernández Bravo, 2006).
Fuente: Matemáticas divertidas en
Educación Infantil (Santillana)
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